Sunday, September 10, 2006

TRANSDISCIPLINARIEDAD, EDUCACIÓN Y ESTADO


Mag. Yeni Castro Peña*
El enfoque educativo Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), es generalmente entendido como un campo interdisciplinar; sin embargo, debe ser entendido como un campo transdiciplinar, pues la interdisciplinariedad no es más que la transferencia del método de una disciplina a otra si de rigor y
precisión se trata.
La transdisciplinariedad contemplaría diferentes niveles de la realidad, diversas lógicas y sus respectivas complejidades. Se trata de tener una visión arquitectónica y sistémica, como advertía Mario Bunge, es decir analizar el todo en su respectiva complejidad, lo cual evita caer en el simplismo reduccionista del individualismo o del “totalismo”.[1]

Actualmente, los saberes aún se encuentran compartimentalizados y aislados como señala Edgar Morin debido a la existencia de una hiperespecialización, la cual es perceptible en las universidades pese al intento del trabajo “interdisciplinario y multidisciplinario” que se aduce realizar. Una labor que vaya más allá de lo interdisciplinario o lo multidisciplinario es imperativa, como señala Basarab Nicolescu, para quien es necesaria la realización de un trabajo que no termine desbordando la disciplina misma, es decir, una labor transdisciplinaria, la cual tendría por finalidad la comprensión del mundo presente desde la necesidad de concebir la unidad del conocimiento.

En el caso peruano, la educación aún mantiene su corte elitista de antaño. En la constitución de 1823, cuando se intentó democratizar la escuela peruana, no solo se dejo de lado el contenido de la enseñanza sino que tampoco se tomo en cuenta el problema de la lengua en una republica donde la gran población era indígena.[2] La explicación tal vez podemos hallarla en el imperativo de manipular la disciplina educativa, que definitivamente puede convertirse en una poderosa herramienta política para el grupo que se encuentre en el poder, lo cual explicaría la existencia y la sobrevivencia de muchos mitos y estereotipos que aún a la luz del siglo XXI, se dejan notar en nuestra historia. [3]

La educación que se imparte tanto a nivel universitario como a nivel escolar es el germen de la ausencia de una cultura política democrática, y solo encontramos una invención política, titulo del libro de Demellas. En paises como Perú o Ecuador donde es notoria la existencia de una mayoría indígena, también es evidente la reticencia, por parte de los grupos de poder, a mejorar el nivel educativo, lo cual no excluye la construcción de una historia nacional y de un discurso propio. Huelga decir que, los primeros presidentes de las jóvenes repúblicas no se preocuparon tanto por forjar una nación sino por establecer los cimientos del republicanismo.[4]
El discurso de la existencia de una sociedad democrática y moderna no es nuevo proviene de los primeros años de la república, época en la cual se manejo mucho el concepto de civilización y de libertad de un país que aparentemente se extendería a los llamados “indios” en el caso ecuatoriano. Sin embargo, en esta primera década del siglo XXI, donde cada vez es más explotado el discurso de la democracia, es también necesario plantear determinadas interrogantes si no deseamos caer en el desacierto de aplicar un concepto a un país en vías de desarrollo como si se tratase de un país desarrollado. Nuestras preguntas que bien podrían parecer ingenuas pueden conducirnos a respuestas muy complejas: ¿existe un solo tipo de democracia? ¿cuántos tipos de democracia existe?.

Frente a estas interrogantes, es menester reflexionar si todos los países en vías de desarrollo tienen acceso a la tecnología y si las entidades gubernamentales apoyan el desarrollo científico en las diversas zonas de cada país. Es innegable que la praxis cotidiana desmiente la retórica de la democracia, no existe acceso democrático a la tecnología en las zonas rurales de los lugares más alejados de la capital.[5]
A lo cual conviene agregar que el discurso democrático iguala realidades, mas es imprescindible identificar la diferencia existente de país a país, de región a región dentro de una misma realidad para poder llevar a cabo una buena política educativa que sea capaz de vincular a cada zona con sus prioridades científicas y con sus necesidades tecnológicas. [6]
En este punto, es necesario aclarar el concepto de “democracia”, el cual no debe ser una opinión monolítica como generalmente sucede cuando hacen alusión a ella los mandatarios de Estado o bien muchos personajes vinculados a la política. Un estudioso de las ciencias políticas, David Held, ha perfilado tres modelos de democracia: la democracia directa o participativa; la democracia participativa o la liberal; y, la democracia fundada en un modelo unipartidista, estableciendo las características del modelo soviético, paradigma para este tipo de democracia, esboza los modelos que se han reproducido en América Latina que al parecer tienen un discurso democrático más el grupo de poder que sube es quien toma las riendas en muchos aspectos sociales y decisiones educativas.[7]

De nuestras anteriores afirmaciones, podemos deducir que educación y democracia no siempre han caminado por el mismo sendero; sin embargo, es innegable que el saber no puede ser impartido de manera fragmentaria, más aún debe responder a las expectativas de cada sociedad.

En este aspecto, el enfoque CTS intenta lograrlo, a lo cual agregamos que la enseñanza debe contextualizar, relacionar y globalizar. Si un gobierno aspira lograr progreso social se debe promover la educación y la innovación tecnológica como factores determinantes. Sin embargo, ¿cómo relaciono ambas? ¿cuál es el vínculo entre educación y desarrollo industrial? ¿qué papel ha tenido la entrada de las ciencias en las instituciones escolares y en la industria?.
La innovación tecnológica debe servir para que la educación llegue a más lugares, la ciencia y la creatividad humana plasmada en lo material (tecnología) debe unirse a su ingenio para la creación de métodos que impulsen el cambio educativo y participativo en la sociedad.[8]
Actualmente, los cambios en el sistema productivo, en las formas de producción, en la actividad social en general, son paralelos a la demanda de un mejor nivel educativo, que llegue a toda la sociedad civil. La respuesta que se ha obtenido es paradójica, por un lado ha dado como resultado “una educación elitista” que excluye a quien carece de recursos económicos para acceder a ella; y, por el otro, “una educación masificada” que llega a muchos pobladores pero con bajo nivel de conocimiento.
En una sociedad industrial debería haber mayor facilidad para llegar a la educación, pero la realidad desmiente todo planteamiento teórico. Si bien existe el deseo de saber más y conocer más, la educación no es igual para todos, quienes tienen más pueden pagar una mejor educación a nivel escolar, que aquellos que no tienen y es en este punto donde nos preguntamos ¿cuál es el rol del Estado? ¿qué hacen los gobiernos?. A nivel superior, al parecer existe una clara conciencia que quien no tiene al menos una carrera técnica está disminuido en la sociedad, por ello para subsistir adecuadamente hay que tratar de aprender, cuanto menos, a manejar una máquina de manera eficiente, llevar contabilidad, saber costura, computación, etc., esto permite al hombre insertarse en un mercado laboral. Baste con mirar la cantidad de institutos o academias en el caso peruano por ejemplo. Sin embargo, no dejamos de reflexionar en torno a si en los centros alejados de un gran movimiento de capital sucede lo mismo.
Entre las bondades de la ciencia y la tecnología podemos considerar que ha permitido que currículos de enseñanza básica y media sean publicados vía electrónica para la consulta de profesores, asimismo ha logrado ayudar en la organización de “talleres de escritores”, lo cual facilita la enseñanza de la escritura a niños con el objetivo que su letra sea legible, pero ¿esto se conoce en nuestra realidad?, o ¿acaso solo lo conocen unos pocos?.
Si tuviésemos que esbozar un aspecto negativo de la incursión de la ciencia y tecnología en muchas instituciones escolares y de nivel universitario, deberíamos enfatizar la alta dependencia que ha fomentado, estableciendo un lazo indisoluble entre el alumno y la computadora, gracias al sistema de internet. Este medio es concebido por el alumno como el medio indispensable para realizar sus tareas, dejando de lado la consulta bibliográfica y sin tener en cuenta el riesgo de algunas páginas que no son del todo académicas.

Es importante el uso de las computadoras y la facilidad que otorga el internet más el abuso es nocivo pues cada vez hay menos alumnos que asisten a una biblioteca que no sea virtual; por lo que atañe a la historia es grave pues las grandes polémicas no están todas en los libros y cuando se le envía a leer a un alumno de “ciencias exactas”, lo cual no excluye a algunos de “ciencias humanas”, sobre humanidades, piensa que lo puede conseguir todo en la computadora y no desarrolla su espíritu crítico, más bien desarrolla la estrategia del conocido “pegado”. Esto último no es más que la prueba palpable de la escasez de entendimiento por parte del alumnado y la ausencia de estrategias pedagógicas que lo ayuden a comprender que el computador solo es un auxiliar de enseñanza.
Sin lugar a dudas, concordamos con Drucker pues la tecnología no es la característica más importante de la transformación escolar sino es más importante aún repensar el papel y la función de la escolaridad y de la escuela. La tecnología es importante en la medida en que nos ayuda a hacer mejor aquello que antes no podíamos.[9]
A este punto conviene preguntarnos ¿cuál es el rol del Estado y del gobierno?. Realizar una verdadera reforma y proponer políticas universitarias que no solo impliquen la descentralización sino también una elevación del nivel del profesorado, lo cual en el Perú debe ser liderado por el Ministerio de Educación. Las ciencias en la industria han propiciado la innovación, hacer el conocimiento productivo, lo cual como afirma nuestro ya citado autor, requiere aumentar el rendimiento de lo que se conoce por el individuo o por el grupo. Esta productividad del conocimiento va a convertirse en el factor determinante de la competitividad de una industria.


Consideramos que una educación CTS debe estar basada en la transdisciplinariedad y debe tener como estrategia importante a considerar a la historia con mayúsculas, lo que significa tener un pie en el pasado y otro en el presente, la historia es proceso, cambio, y también desarrollo en algunos casos.[10]
A partir de lo que tenemos en el presente, podemos construir nuestro pasado, si intentásemos establecer una estrategia para la educación CTS, podríamos comenzar preguntándonos ¿qué es una laptop?: “es el resultado del desarrollo tecnológico, científico y del trabajo humano”. A lo cual agregamos una nueva interrogante ¿cómo comenzó?, pues todo tiene un inicio, y nos remontaremos a las grandes computadoras. Asimismo, nos cuestionaremos ¿cómo fue posible la existencia de estas enormes máquinas?, obtendremos diversas e innumerables contestaciones que se van a congregar en una: “la respuesta del hombre frente a determinada necesidad”, pero el hombre de las grandes máquinas no es el de las laptop ahí podemos comenzar a establecer la participación de los estudiantes a comparar las necesidades de antes con las de ahora. A eso se le llama hacer historia comparada, que es lo que los historiadores hacemos y no el recuento fáctico que se cree.[11]
Y definitivamente, no se trata de polémicas de otros seres humanos sino de nuestro tiempo, del hombre de hoy que se cree super moderno. Si retrocedemos en el tiempo el hombre de la edad media se llamaba moderno y era medieval. Y, si hacemos historia comparada y nos preguntamos por el desarrollo del transporte en las sociedades capitalistas, podemos afirmar que el avión responde a la necesidad del hombre por acortar distancias y que junto a esta invención existe un “ahorro social”, lo cual ya expresaba Robert W. Fogel para los ferrocarriles en el desarrollo estadounidense, que también sirvieron para acortar distancias y para unir un territorio. De lo expuesto, podemos afirmar que las respuestas que plantea una sociedad están de acuerdo con el avance de la tecnología y de la ciencia, pertenecen a un tiempo y es claro que el hombre cambia por lo menos en lo que a sus necesidades atañe.[12]
En el aspecto educativo, es claro que el saber no puede ser impartido de manera fragmentaria sino debe responder a las interrogantes de la sociedad y el enfoque CTS intenta lograrlo, a lo cual agregamos que la enseñanza debe contextualizar, relacionar y globalizar.Si un gobierno aspira lograr progreso social se debe promover la educación y la innovación tecnológica como factores determinantes. Sin embargo, ¿cómo relaciono ambas? ¿cuál es el vínculo entre educación y desarrollo industrial? ¿qué papel ha tenido la entrada de las ciencias en las instituciones escolares y en la industria?.
La innovación tecnológica debe servir para que la educación llegue a más lugares, la ciencia y la creatividad humana plasmada en lo material (tecnología) debe unirse a su ingenio para la creación de métodos que impulsen el cambio educativo y participativo en la sociedad.[13]
Actualmente, los cambios en el sistema productivo, en las formas de producción, en la actividad social en general, son paralelos a la demanda de un mejor nivel educativo, que llegue a toda la sociedad civil. La respuesta que se ha obtenido es paradójica, por un lado ha dado como resultado “una educación elitista” que excluye a quien carece de recursos económicos para acceder a ella; y, por el otro, “una educación masificada” que llega a muchos pobladores pero con bajo nivel de conocimiento.
En una sociedad industrial debería haber mayor facilidad para llegar a la educación, pero la realidad desmiente todo planteamiento teórico. Si bien existe el deseo de saber más y conocer más, la educación no es igual para todos, quienes tienen más pueden pagar una mejor educación a nivel escolar, que aquellos que no tienen y es en este punto donde nos preguntamos ¿cuál es el rol del Estado? ¿qué hacen los gobiernos?. A nivel superior, al parecer existe una clara conciencia que quien no tiene al menos una carrera técnica está disminuido en la sociedad, por ello para subsistir adecuadamente hay que tratar de aprender, cuanto menos, a manejar una máquina de manera eficiente, llevar contabilidad, saber costura, computación, etc., esto permite al hombre insertarse en un mercado laboral. Baste con mirar la cantidad de institutos o academias en el caso peruano por ejemplo. Sin embargo, no dejamos de reflexionar en torno a si en los centros alejados de un gran movimiento de capital sucede lo mismo.
Entre las bondades de la ciencia y la tecnología podemos considerar que ha permitido que currículos de enseñanza básica y media sean publicados vía electrónica para la consulta de profesores, asimismo ha logrado ayudar en la organización de “talleres de escritores”, lo cual facilita la enseñanza de la escritura a niños con el objetivo que su letra sea legible, pero ¿esto se conoce en nuestra realidad?, o ¿acaso solo lo conocen unos pocos?.
Si tuviésemos que esbozar un aspecto negativo de la incursión de la ciencia y tecnología en muchas instituciones escolares y de nivel universitario, deberíamos enfatizar la alta dependencia que ha fomentado, estableciendo un lazo indisoluble entre el alumno y la computadora, gracias al sistema de internet. Este medio es concebido por el alumno como el medio indispensable para realizar sus tareas, dejando de lado la consulta bibliográfica y sin tener en cuenta el riesgo de algunas páginas que no son del todo académicas.

Es importante el uso de las computadoras y la facilidad que otorga el internet más el abuso es nocivo pues cada vez hay menos alumnos que asisten a una biblioteca que no sea virtual; por lo que atañe a la historia es grave pues las grandes polémicas no están todas en los libros y cuando se le envía a leer a un alumno de “ciencias exactas”, lo cual no excluye a algunos de “ciencias humanas”, sobre humanidades, piensa que lo puede conseguir todo en la computadora y no desarrolla su espíritu crítico, más bien desarrolla la estrategia del conocido “pegado”. Esto último no es más que la prueba palpable de la escasez de entendimiento por parte del alumnado y la ausencia de estrategias pedagógicas que lo ayuden a comprender que el computador solo es un auxiliar de enseñanza.
Sin lugar a dudas, concordamos con Drucker pues la tecnología no es la característica más importante de la transformación escolar sino es más importante aún repensar el papel y la función de la escolaridad y de la escuela. La tecnología es importante en la medida en que nos ayuda a hacer mejor aquello que antes no podíamos.[14]
A este punto conviene preguntarnos ¿cuál es el rol del Estado y del gobierno?. Realizar una verdadera reforma y proponer políticas universitarias que no solo impliquen la descentralización sino también una elevación del nivel del profesorado, lo cual en el Perú debe ser liderado por el Ministerio de Educación. Las ciencias en la industria han propiciado la innovación, hacer el conocimiento productivo, lo cual como afirma nuestro ya citado autor, requiere aumentar el rendimiento de lo que se conoce por el individuo o por el grupo. Esta productividad del conocimiento va a convertirse en el factor determinante de la competitividad de una industria.

La educación CTS necesita del trabajo transdisciplinario y de un rol activo por parte del Estado en los países en vías de desarrollo.

Bunge, Mario (1995), Sistemas sociales y Filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.


EDUCACION, DEMOCRACIA Y TRANSDISCIPLINARIEDAD: FORJANDO CIENCIA Y COMPARTIENDO TECNOLOGÍA PARA LOGRAR EL CRECIMIENTO DE UNA SOCIEDAD.
[1] Mario Bunge, Sistemas sociales y Filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1995.
[2] Marie Danielle Demellas, La invención política, Lima: IEP, 2003, p. 344-345.
[3] El tema de mitos y estereotipos ha sido ampliamente estudiado por la autora en: Yeni Castro, Ideología, Cultura y Política Exterior Estadounidense hacia América Latina. Un estudio en torno a los mitos y estereotipos durante el gobierno de Theodore Roosevelt (1901 -1909). Tesis de Maestría a publicarse el 2006, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, Ecuador.
[4] En el caso ecuatoriano, podemos analizar la política de Vicente Rocafuerte quien no concebía una democracia exclusiva y no pensaba en escolarizar a todos los ecuatorianos, como hace énfasis Demellas. Antes bien, la escuela obligatoria podría servir para sus fines facciosos, en palabras de la investigadora francesa. Véase: Marie-Danielle Demélas, Op. Cit., p. 348.

[5] Esta conclusión es producto de un trabajo de campo de la autora en la comunidad nativa de San Francisco de Yarinacocha, la cual es habitada por la población shipibo coniba. Existe un informe privado en mimero sobre las necesidades de la población nativa. Yeni Castro Peña, Informe general sobre la visita realizada a la población nativa de San Francisco de Yarinacocha, Ucayali, 2004, 20 p.
[6] Yeni Castro Peña, “Educación Intercultural y educación científica-tecnológica: Cómo estar al lado del desarrollo viviendo en el subdesarrollo”. En: http://www.educar.org/articulos/educacionintercultural.asp
[7] David Held. La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cosmopolita, Barcelona: Paidos, 1997, pp. 23-50.
[8] José A. López Cerezo, José A. Méndez Sanz, Oliver Todt, “Participación pública en política tecnológica. Problemas y Perspectivas”. En: Revista Arbor CLIX, 627 (Marzo 1998), pp. 280 – 287. Existe una versión digital en: http: www.campus-oei.org/salactsi/arbor.htm

[9] Peter Drucker, La sociedad postcapitalista, Colombia: Editorial Norma, 1994, p. 215.


* Yeni Castro Peña es Magíster en Estudios Latinoamericanos graduada en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. Estudió historia en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ejerce la docencia en historia del Perú e historia económica del Perú. Ha realizado una especialización en Educación Superior y enfoque Ciencia, Tecnología y Sociedad, y otra en Gestión y desarrollo de proyectos de investigación. Es investigadora nombrada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia y realiza diversos proyectos de investigación relacionados con la historia de la ciencia y la tecnología.
e-mail: castro.y@pucp.edu.pe


[10] Pierre Vilar, Iniciación al Vocabulario del Análisis Histórico, Barcelona: Editorial Crítica, 1980, p. 23.
[11] Pierre Vilar. Op. Cit., p. 22.
[12] Harold Dorn y James E. Mc Clellan, Science and Technology in world History: An Introduction modern industrial society. Maryland: John Hopkins University Press, 1999, 404 p.
[13] José A. López Cerezo, José A. Méndez Sanz, Oliver Todt, “Participación pública en política tecnológica. Problemas y Perspectivas”. En: Revista Arbor CLIX, 627 (Marzo 1998), pp. 280 – 287. Existe una versión digital en: http: www.campus-oei.org/salactsi/arbor.htm

[14] Peter Drucker, La sociedad postcapitalista, Colombia: Editorial Norma, 1994, p. 215.


* Yeni Castro Peña es Magíster en Estudios Latinoamericanos graduada en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. Estudió historia en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ejerce la docencia en historia del Perú e historia económica del Perú. Ha realizado una especialización en Educación Superior y enfoque Ciencia, Tecnología y Sociedad, y otra en Gestión y desarrollo de proyectos de investigación. Es investigadora nombrada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia y realiza diversos proyectos de investigación relacionados con la historia de la ciencia y la tecnología.
e-mail: castro.y@pucp.edu.pe

0 Comments:

Post a Comment

<< Home